La Señal de la Cruz no es signo de magia.
- Catecismo Digital
- 19 mar 2023
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En la Misa suele pasar desapercibido el hecho de que toda la asamblea, sacerdotes y fieles, comienzan la celebración santiguándose con la señal de la cruz diciendo: En el nombre del Padre del Hijo, y del Espíritu Santo.
La señal de la cruz debe ser bien trazada corporalmente, con devoción y conocimiento de causa. Con eso se significa que se es cristiano, que pertenecemos a Dios, que somos de la casa del Señor. Es la patente de inventiva cristiana que manifiesta en la persona ser miembro de la Iglesia. La señal de la cruz es, en fin “santo y seña” de nuestra filiación cristiana.
Comenta el Pbro. Luis Alfonso Shokel: “Además de afirmar esa pertenencia espiritual al invocar a la Santísima Trinidad comenzando la Misa, encomendamos nuestra liturgia eucarística a las tres personas divinas, afirmándolo luego pronunciando un enfático ¡Amén!.
El amén, palabra que compromete.
De manera sencilla y practica te vamos a decir el significado de esta palabra, y su uso.
La palabra amén es u término cargado de sentido; tiene su origen el lenguajes hebreo y significa “un vivo deseo de que tenga un efecto efecto lo que se dice”
Amén equivale a decir “¡Así sea!¡Lo creo!”, a afirmar con pleno consentimiento una proclama, una expresión, un acto.
Amé respondieron a Dios los patriarcas y los profetas del Antiguo Testamento. ¡Amén! Respondó María ante el ángel de la Anunciación, y Jesús en Getsemaní:
¡Hágase!
¡Amén! Clamaron los mártires del cristianismo en su agonía.
Amén siguen pronunciando los hombres dóciles a la voluntad del Señor. ¡Amén!
Así ahora nosotros, al participar en la más elevada expresión de la fe cristiana, exclamamos
¡Amén! En la plenitud de nuestra disponibilidad a integrarnos en el sacrificio de Cristo en la Misa.
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